Saltillo.- Mauricio “n”, el esposo de Marcela “n”, le pidió que saliera con sus amigas y se quedara a dormir con su madre. Marcela tenía tiempo sospechando que su esposo la engañaba con otra mujer. Esa noche, fingió irse a donde el hombre le había ordenado pero no fue así: quiso descubrir la “infidelidad” infraganti y terminó descubriendo un secuestro.
Su esposo, junto con otros dos varones menores de edad y una mujer, tenían secuestrada a una persona.
Ahora a Marcela, quien tiene 33 años de edad, le quieren condenar a 100 años de cárcel por secuestro después de descubrir que su esposo era secuestrador, de acuerdo con su defensa.
Su abogado, Ernesto Martínez, asegura que Marcela fue amenazada y obligada a participar en el delito, dándole de comer a la mujer y atendiéndola en sus necesidades.
Según exámenes psicológicos, la mujer llevaba años viviendo violencia intrafamiliar y muestra signos de baja autoestima y de vulnerabilidad muy alta, además de ser dependiente del hombre en varios aspectos.
La defensa, en audiencias anteriores, mostró diversas pruebas para confirmar su versión. Entrevistas a familiares cercanos aseguraron que la mujer vivía en malas condiciones bajo la tiranía de su esposo quien es fanático de las armas de fuego. Además, físicamente se mostraba en malas condiciones, según dichas entrevistas. El matrimonio tiene un hijo de 9 años y actualmente se encuentra con bajo la tutoría de los hermanos de Marcela.
La defensa insiste en que la Fiscalía acusó a Marcela de no haber escapado y no haber dado aviso a las autoridades del delito.
“Es una personas que ha sufrido mucha violencia. Su esposo le decía que no valía nada como mujer. Cuando menstruaba, el hombre le pedía que se alejara. Le decía que le daba asco. Económicamente la controlaba. Cada vez que ella agarraba un buen trabajo y empezaba a ganar bien, le decía que tenía que salirse de trabajo. Le prohibía vestirse como ella quería. Presenta signos de muy baja autoestima aunado a las situaciones asimétricas que tiene con su pareja y alta vulnerabilidad. Está muy atada a lo que dice su esposo”.
“Ella ya le había visto chupetones a su esposo. Mensajes. Labial en la ropa. Un día su pareja le pide que se vaya con sus amigas y ella le dice que va a ir. Ella regresa a la casa pensando que él iba a estar con una mujer y al momento que ella regresa tenían a una mujer secuestrada.
“Su esposo es muy fanático de las armas. Siempre la amenazaba que la iba a matar sino la obedecía. Ese día, le dijo que se tenía que quedar ahí. La amenazó con su arma y le quitó las llaves y su celular. La cuido y la alimentó durante un día y medio”.
“Para la Fiscalía no es suficiente que ella haya sido obligada. Sino que ella tuvo que haber luchado contra las tres personas y haber denunciado el Secuestro. La Fiscalía no toma en cuenta el contexto en donde Marcela sufrió diferentes agresiones y tenía mucho miedo a su esposo”, señaló su abogado.
De acuerdo con el grupo de abogados integrado por los abogados Ernesto Martínez, Nadia Jiménez y Uriel Gallegos la atención de hacer público el caso es dar a conocer que la violencia de género existe también en este tipo de caso.
El de Marcela se podría comparar con las mujeres “pagadoras”, quienes son obligadas a cometer delitos pos sus parejas y no se le hace Justicia aun después de haber sufrido otro tipo de violencia en libertad.
Hasta ahora el proceso legal se encuentra en la fase intermedia la preparación para el juicio oral. Ya ocurrieron las audiencias de Imputación y vinculación.
Durante el mes de marzo del 2019 se realizó el arresto de la pareja y el próximo 9 de marzo, después de año, será la próxima audiencia. Las demás personas fueron capturadas en distintos puntos. Marcela se encuentra actualmente en el Penal Femenil de Saltillo y su esposo en el varonil. Una barda de concreto y varias torres de vigilancia los terminó por separar.
De acuerdo con la defensa, la persona secuestrada de género femenino, en sus denuncia, señala que se encontrada amarrada y vendada de los ojos por lo que no indicó nada sobre la participación de Marcela.
POR CHRISTIAN MARTÍNEZ