Reino Unido. Tristan y Blake Barrass tenían 13 y 14 años cuando fueron asesinados por sus propios padres en su casa.
Los hechos pasaron el 24 de mayo, en Sheffield (Reino Unido). La madre y el padre de los niños, Sarah Barrass y Brandon Machin, eran hermanastros. Estrangularon a los pequeños y les colocaron bolsas de papelera en la cabeza.
Un asesinato a sangre fría
La madre de los niños ha explicado en el juicio cómo perpetraron la matanza. Ella asfixió al hijo más pequeño, Tristan, con el cordón de la bata mientras su hermano de 14 años lo miraba todo, informa el Mirror.
A continuación, el padre de los niños asfixió a Blake con sus propias manos. Los dos murieron en cuestión de unos 10 minutos.
Muerte premeditada
La madre de los niños ya había intentado matar previamente a todos sus hijos: envenenó sin éxito a los cuatro hijos mayores e intentó ahogar a uno de los pequeños en el baño.
Según ella, “estarían mejor muertos”. Todos los niños supervivientes, menores de 13 años, fueron apartados de sus progenitores y atendidos.
Barrass y Michin se han declarado culpables de los asesinatos y de conspirar para matar a los otros niños supervivientes.
Muertos en un mismo ataúd
La policía recibió un aviso para que fuera a la casa familiar donde vivían los asesinos con sus hijos. Cuando llegaron, encontraron a los dos niños muertos y enterrados dentro de un mismo ataúd.
Según el fiscal del caso, los padres habían planeado la matanza de todos sus hijos diez días antes, porque temían que los servicios sociales se los llevaran.
Unas publicaciones asquerosas
Barrass planeaba suicidarse después de los asesinatos. Ella colgó varios posts extraños a Facebook en los meses previos a matar a sus hijos, con citas de Stephen King como: “El asesinato es como las patatas fritas; no puedes parar con solo una”.
Psicópatas malvados
El hermano de la asesina, Martyn Barrass, afirma que su hermana es una “psicópata malvada”, y que denunció sus preocupaciones a los servicios sociales 10 años antes del asesinato de los chicos.
Según él, la pareja eran malos de nacimiento. “Presencié la violencia de Brandon hacia su hijo Blake hace años, y sabía que alguna cosa no iba bien”.
Martyn asegura que los dos asesinos disfrutaban desde pequeños de matar a seres vivos e infligir dolor. Cuando eran jóvenes, lo hacían con ratones y mascotas. Hasta que lo probaron con sus propios hijos.
Funeral escoltado por Lamborghinis
Según el tío de los niños, a Tristan y a Blake les encantaban los coches y las motos. “Eran niños muy amables”, asegura.
Más de 300 motoristas y dos Lamborghinis dirigieron la procesión funeraria.