Kaze
Saltillo.- La última llamada que Rubén realizó fue para avisar a su hermana de la fatal decisión que había tomado: estaba a punto de matarse y quería despedirse de sus seres queridos.
Ana Lucía, luego de colgar, fue junto con su esposo al hogar donde vivía Rubén González Martínez, de 23 años, en la calle Cañón del Tunal 273, de la colonia Nuevo Teresitas, contrariada y asustada por el telefonazo que recibió a las 2:00 de la tarde.
La mujer no encontró respuesta de su hermano, por lo que entró al hogar y lo buscó en cada una de las habitaciones, hasta que lo encontró en el baño, ya con una cadena amarrada alrededor del cuello.
El otro extremo lo había sujetado al tubo para la cortina de baño, el cual estaba fijo en la pared, lo que permitió que soportara el peso de la víctima, que yacía inmóvil y sin responder a los llamamientos de sus familiares.
Entre Ana y su esposo descolgaron el cuerpo de Rubén, y empezaron a darle maniobras de reanimación cardiopulmonar, en un desesperado intento por regresarlo a la vida, pero al ver que sus esfuerzos parecían no rendir frutos, llamaron a los números de emergencia.
Paramédicos del cuerpo de Bomberos de la estación sur relevaron a la pareja y continuaron dando RCP, pero era ya muy tarde, pues los rescatistas confirmaron – luego de unos minutos – el fallecimiento de Rubén.
Los familiares contaron a la Policía Municipal y a Fuerza Coahuila que Rubén era adicto a las sustancias tóxicas, además de que padecía una depresión que había empeorado en los últimos días, desconociendo los motivos.
Incluso, explicaron que, sin un motivo aparente, Rubén había renunciado a su empleo – sin especificar cuál era este – hacía dos semanas, y en ese tiempo rara vez lo vieron salir de su hogar, donde pasaba muchas horas recluido.
Al lugar arribaron elementos de la Unidad de Investigación de Homicidios de la FGE, quienes tomaron la declaración de los deudos y ordenaron el traslado del cuerpo al Semefo, para realizar la necropsia de ley.
Por JETZA MÚZQUIZ
