Kaze
Ciudad de México.- Los hermanos Aguilar García vivieron 22 años cuestionando y reprochando a su madre, María Cristina, que los abandonó cuando tenían 14 y 15 años. Un día, la mujer, quien entonces tenía 40 años, desapareció; según les contó su padrastro, Lulio Ernesto López, pues salió a una fiesta y ya no regresó, lo cual los menores no entendieron.
Revelaron a las autoridades que su madre nunca dio signos de tener problema con ellos, por el contrario, siempre estuvo al pendiente. Los hermanos como pudieron se organizaron con sus vecinos del barrio de San Juan en la delegación Xochimilco, y empezaron a buscarla.
Un mes después, al no tener respuesta de las autoridades, ni señales de vida de su madre, la búsqueda paró.
Al siguiente día, Lulio Ernesto también se fue de la casa agudizando su crisis, pues se llevó todas las pertenencias, las joyas de su madre y el dinero que había juntado para la primera comunión de uno de sus hijos y la fiesta de 15 años de la más pequeña.
El viernes pasado, los hermanos ordenaron hacer remodelaciones en la casa donde vivían con su madre; ahí, un albañil que tiraba una pared de lo que era la recámara de María Cristina, al dar con un mazo sobre el cemento, un cráneo salió volando.
El trabajador empezó a gritar pidiendo ayuda; cuando llegaron los hermanos fueron tirando ladrillo por ladrillo de la pared hasta derribar casi metro y medio. Y encontraron algo que los dejó perplejos: un esqueleto al que de inmediato identificaron como el de su madre.
Los hijos, una vez que fueron creciendo, imaginaron que su mamá los había abandonado. Así crecieron, odiándola y reprochándole. Pero ahora que encontraron el cuerpo, frente a sus huesos le pidieron perdón.
Los huérfanos acusan de homicidio y robo a Lulio Ernesto López. Del imputado, hasta el momento no se tiene un idea de su paradero.
